Islandia, la tierra del fuego y el hielo, es un destino que parece pertenecer a otro mundo. Sus paisajes primitivos —modelados por la fuerza de los volcanes y el lento avance de los glaciares— ofrecen un espectáculo natural en constante cambio. Cada rincón de esta isla nos invita a detenerse, observar y capturar la armonía entre la brutalidad de la naturaleza y su belleza serena.

Durante el mes de febrero, Islandia revela su rostro más salvaje y fotogénico. Las horas doradas se alargan, la nieve transforma las montañas en esculturas de luz, y los lagos helados reflejan cielos infinitos. En esta época, los contrastes entre el hielo azul, la roca volcánica y el vapor geotérmico crean composiciones únicas que parecen diseñadas para la cámara.

Y cuando cae la noche, el espectáculo continúa en el cielo. Las auroras boreales danzan sobre el horizonte, tiñendo la oscuridad de verdes y púrpuras increibles. Es un escenario perfecto para quienes buscan no sólo fotografiar paisajes, sino también vivir la experiencia de la naturaleza en su forma más pura y emocionante.

 Un plan de viaje vivo que se adapta a las mejores condiciones

Diez días y nueve noches son las que tendremos para recorrer el circo sur de la isla, el más accesible en esta época del año. Para cada día tenemos seleccionadas un mínimo de 5 ubicaciones icónicas de la isla cerca de los alojamientos, haciendo un total de 53 ubicaciones que seleccionaremos cada día en base a la climatología y lo que deseamos fotografiar en cada momento.

Adicionalmente, para cada noche, tenemos ya seleccionadas unas ubicaciones en la que disfrutar de la aurora boreal, siempre que se produzca.

Kirkjufell: El monte Iglesia.

Kirkjufell, situada junto al pueblo de Grundarfjörður en la península de Snæfellsnes, es una montaña de forma cónica casi perfecta que se refleja elegantemente en las pequeñas lagunas a sus pies. Su silueta, reconocida como “la montaña más fotografiada de Islandia”, se combina de forma magistral con la cascada Kirkjufellsfoss en primer plano, creando una composición icónica que funciona tanto en amaneceres dorados como bajo auroras boreales.

Arnarstapi: La iglesia negra en la costa abrupta.

Arnarstapi ofrece una costa salvaje donde los acantilados de basalto se mezclan con formaciones naturales como el arco de piedra Gatklettur. La fuerza del Atlántico es constante, generando espuma blanca que contrasta con la roca negra, ideal para capturar texturas y dinamismo. Al amanecer o al atardecer, la luz lateral realza los tonos cálidos de las rocas y el verde intenso del musgo.

Su iglesia negra es una de las más fotografiadas de Islandia.

Skógafoss: La cascada de los bosques.

Skógafoss es una cascada de 60 metros de altura que cae en una cortina perfectamente recta, formando una niebla constante donde suelen aparecer arcoíris dobles. Desde el punto de vista fotográfico, su potencia permite jugar con largas exposiciones que suavizan el agua o con contraluces dramáticos. Su entorno abierto y accesible facilita la búsqueda de composiciones tanto frontales como desde el sendero que asciende por su lateral.

Gljufrafoss: El habitante de la cascada.

Gljúfrabúi, oculta parcialmente dentro de un cañón estrecho, ofrece una experiencia íntima y misteriosa. El acceso, atravesando el riachuelo entre paredes de roca húmeda, lleva a un espacio cerrado donde la luz se filtra en haces verticales sobre la cascada. Fotográficamente,         combina perfectamente el uso de gran angular, trípode y largas exposiciones para capturar su atmósfera casi mágica.

Diamond Beach: Desayuno con diamantes en la playa.

Diamond Beach, frente a la laguna glaciar Jökulsárlón, se cubre de fragmentos de hielo translúcido que llegan del glaciar Breiðamerkurjökull. Estas piezas, pulidas por el mar, brillan como gemas sobre la arena negra volcánica. Es un lugar extraordinario para fotografía de detalles, contraluces y reflejos, especialmente al amanecer cuando los tonos azules y dorados crean un contraste único.

Vestrahorn (Stokksnes): El cuerno del oeste.

Vestrahorn es una montaña dentada que se eleva sobre una playa de arena negra donde el viento dibuja ondulaciones perfectas. Su perfil afilado y sus tonos grises contrastan con el dorado de las dunas cubiertas de hierba. Desde un punto de vista fotográfico, ofrece oportunidades incomparables para reflejos, simetrías y composiciones minimalistas, especialmente bajo luz baja o auroras.

Reynisfjara: La playa más peligrosa del mundo.

La playa de Reynisfjara, cerca de Vík í Mýrdal, es famosa por sus columnas de basalto hexagonal, cuevas naturales y las formaciones marinas de Reynisdrangar que emergen del Atlántico. Es un lugar poderoso y peligroso, donde el oleaje impredecible añade dramatismo a las fotografías. En días nublados, los tonos oscuros y la niebla crean una atmósfera cinematográfica única.

Gullfoss: La cascada dorada.

Gullfoss, “la cascada dorada”, se precipita en dos niveles dentro de un cañón profundo, proyectando una neblina que genera arcoíris casi constantes. Su volumen de agua y la energía que desprende la convierten en un escenario perfecto para capturar la fuerza natural islandesa. Desde el mirador superior se consiguen composiciones panorámicas que muestran la escala monumental del lugar.

Bruarfoss: La cascada del río del puente.

Aunque la cascada no es de gran altura (unos pocos metros) lo que la hace especial es su color azul-turquesa intenso, derivado de agua glaciar que atraviesa sedimentos y roca volcánica.